Egipto no sería nada sin el Nilo. Este gran río ha permitido que la civilización egipcia se desarrollase desde los albores de la historia, posibilitando la vida en un entorno tan insólito como las ardientes arenas del desierto. El Nilo ha aportado a Egipto tierra fértil que cultivar, agua potable, y un medio de transporte, siendo prueba de su vital importancia el hecho de que aproximadamente el 99% de la población de Egipto vive actualmente asentada en los márgenes de este río.
No obstante, el Nilo atraviesa once países a lo largo de su recorrido hacia su desembocadura en el Mediterráneo, siendo los principales beneficiados Egipto y Sudán, que históricamente se han repartido sus recursos hídricos.
El conflicto surge con Etiopía, nación en cuyo territorio nace hasta un 86% de las aguas del Nilo. Etiopía ha terminado ya la construcción de la Gran Presa del Renacimiento, una gigantesca presa hidroeléctrica que amenaza con reducir el cauce del Nilo en Egipto, lo que supondría una abrumadora pérdida de recursos hídricos y tierras de cultivo. Por otro lado, una Etiopía deseosa de desarrollo, vería con este proyecto como su producción energética se triplica, paliando además otros problemas de sequías.
El proyecto de la presa sobre el Nilo Azul, iniciado en 2011, ha producido el choque entre las dos naciones, con un Egipto que se niega a perder su hegemonía sobre las aguas, y con una Etiopía que reclama su derecho natural a explotar los recursos hídricos de los que dispone. Las tensiones no han cesado a lo largo de la última década, convirtiéndose en uno de los principales conflictos externos del país. De hecho, en 2010 se filtraron declaraciones de altos cargos egipcios que planeaban un ataque militar junto a Sudán contra la presa, que aún no se había comenzado a construir. No obstante, los altercados de la primavera árabe dejaron en nada estas premisas, aunque con el nuevo gobierno, el conflicto no cesó. Se conoce que políticos egipcios han llegado a proponer el financiar grupos armados en Etiopía, en aras de aumentar la inestabilidad del país.
Si bien la disputa presenta una situación complicada para Egipto, el estallido de un conflicto armado abierto es improbable. Son muchos los motivos por los que Egipto es reacio a una intervención militar: su historial de derrotas en conflictos externos, las barreras geográficas entre sus fronteras y las de Etiopía, la alianza anti terrorista entre Estados Unidos y Etiopía… No obstante, como algunos teóricos ya han venido afirmando en las últimas décadas, las guerras del futuro serán por el agua.
La cobertura mediática sobre esta crisis ha sido más que destacable en Egipto, en busca de unir a la población ante la amenaza que supone el llenado de la presa. Y es que, al fin y al cabo, el buscar enemigos externos siempre ha sido una buena forma de ignorar los problemas internos.