En los mismos barrios y ciudades de Túnez en los cuales se inició en 2011 la primavera árabe, se vuelven a producir de nuevo levantamientos populares. En estas comunidades encontramos sectores hartos de pobreza, falta de libertad y represión los cuales vuelven a levantarse para asestar un golpe al Gobierno tunecino.
Viendo el panorama actual de los países árabes podríamos suponer que la experiencia revolucionaria en de estos no tuvo un calado real, pero sabemos que esto no fue así. Bajo la estabilidad democrática que prometía la primavera árabe que derrocó a los grandes regímenes autoritarios norteafricanos nos encontramos una población burbujeante que vuelve a dar tímidos pasos como hace diez años. Una población consciente de sus fuerzas y con un precedente que le permite marcar el camino.
La primavera árabe supuso un punto de inflexión tanto en el mundo árabe como en el mundo occidental. En el mundo árabe, debido a que por primera vez tras librarse del peso del colonialismo y recuperar su poder político después de la Segunda Guerra Mundial los pueblos árabes se lanzaban reclamando libertad y democracia. Las revueltas nos permitieron en el mundo occidental romper con el estereotipo que teníamos del mundo árabe. En aquellas imágenes que nos llegaban vimos al individuo, al ciudadano que velaba por vivir mejor y romper con los regímenes dictatoriales.
Los protagonistas de la primavera árabe vuelven a dar los tímidos pasos que le permitieron acabar en apenas semanas con los férreos regímenes de Ben Ali en Túnez y el de Mubarak en Egipto.
Sus principales actores los encontramos en la propia juventud. Jóvenes idealistas armados con sus móviles se lanzaron a documentar lo que estaba sucediendo en sus respectivos países. Se dedicaron a mostrar al mundo lo que los medios oficiales -financiados en su mayoría por los países del Golfo- no hacían. Estamos hablando de torturas, de abusos policiales, represión, detenciones selectivas etc. Las redes sociales tuvieron una importancia sin precedentes, en estas plataformas se creó el caldo de cultivo que después daría lugar a las protestas. Algunos académicos señalaban que la población árabe se lanzó a reclamar derechos, libertades y democracia debido a que las redes sociales les brindó un espacio para desarrollar los debates y crear un argumentario que utilizaron por bandera.
La juventud vuelve a ser la piedra angular del cambio estructural que necesita el mundo árabe. Aunque no solo la juventud tuvo un papel relevante en las protestas, hablamos de otros colectivos como el de las mujeres, la clase trabajadora o el campesinado los cuales también tomaron parte.
Los sectores populares cansados de las inclemencias del invierno árabe son conscientes de que después del invierno vuelve la primavera.